¿Necesitamos un “sandbox” financiero?
Ana María Montoya Economista, Red ProCompetencia
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Ana María Montoya
Colombia, Perú y México, replicando al Reino Unido y Singapur, entre otros, están adoptando modelos regulatorios para la innovación financiera a través de “sandboxes” (areneros) o Bancos de Prueba Regulatorios. Estos consistentes en que los supervisores financieros están insertos en los modelos de negocios que van surgiendo y que no son parte del marco regulatorio vigente, a través de otorgar licencias temporales a determinados proyectos siguiendo un plan de pruebas con plazos establecidos y bajo evaluación de la autoridad.
Uno de los principales objetivos de esta herramienta es reducir las barreras de entrada para aumentar la competencia e innovación financiera, facilitar el diálogo entre el regulador y los nuevos actores de mercado, generando una instancia que permita a los supervisores observar cómo estos modelos de negocio pueden desarrollarse dentro del marco jurídico actual o, en caso de ser necesario, ajustar la regulación.
¿Es necesaria una herramienta de este tipo en nuestro país? Un reciente estudio de la Comisión Nacional de Productividad preguntó a instituciones financieras tradicionales sobre la relevancia de un “sandbox” de este tipo: 83% respondió favorablemente y 86% mostró la misma consideración respecto de los Hubs de Innovación, que consiste en que una institución funciona como guía para las empresas innovadoras sobre actividades específicas sobre la base del marco regulatorio existente.
En Chile ya existen ejemplos concretos de regulación que admiten proyectos experimentales, o vamos camino a ello. Uno es el Banco Central que, en su regulación de medios de pago, puede adaptar los requisitos en función de los riesgos que exhiben los distintos negocios. En el mismo sentido, la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), en su propuesta de marco regulatorio para Fintech, plantea determinar proporcionalidad en los requisitos para distintos modelos de negocios, con lo cual probar la innovación en el mercado financiero de manera “temporal” no sería una necesidad. Más aún, al tener el regulador que seleccionar los proyectos que ingresan al “sandbox”, podría ser una limitante mayor desde el punto de vista de la competencia en el mercado.
Lo que sí debiésemos esperar es un trabajo colaborativo entre el sector público y privado donde el regulador pueda otorgar orientación y procesos expeditos de licenciamiento, como también contar con un diálogo permanente que genere cambios normativos de manera eficaz, con lo cual los modelos de Hub de Innovación debiesen venir a complementar los esquemas de regulación proporcional ya señalados, permitiendo crear una suerte de “sandboxes” regulatorios.
Esto plantea grandes desafíos. Por ello fortalecer a los reguladores es un imperativo, ya que les exige ir adaptándose y entendiendo los mercados a gran velocidad. Esto nos muestra que diseñar políticas públicas no significa copiar la experiencia internacional, sino buscar que los objetivos se cumplan de la manera más eficiente en base a la realidad de cada país.